miércoles, 28 de enero de 2009

Tic-Tac, Tic-Tac....


Segundos, minutos, horas, que encadenan días y noches, semanas y meses, años, lustros y décadas, cuartos que se convierten en siglos completos. Tiempo. No somos nada excepto tiempo que pasa, desde que nuestra madre nos alumbra, hasta que todo se agota, de manera fortuita o más o menos natural.

No exáctamente tiempo que pasa, sino más bien tiempo que gastamos, de la mejor o peor manera posible. Sin hacer ruido, o provocando estruendosas estampidas que dejan un pequeño eco tras nuestra ausencia, una estela de ritmo etérea y decreciente, que al final, salvo algunos casos de elevada celebridad, también desaparece.

Algunos lo gastan como quien reparte chicles entre sus compañeros de trabajo, otros en cambio lo guardan con celo en cajas de caudales de siete llaves. No me atrevería a decir quien hace mejor. Cada uno elije su fórmula. Todas son válidas, o más bien, todas concurren.

Hay quien desea dedicar su tiempo a los demás, y quien por el contrario, arrebatado por un sentimiento hedonista, parece que solo se preocupa de sí mismo, e incluso los hay que hacen las dos cosas a la vez. No voy a juzgar ni la una ni la otra, ni a vaticinar cual es el ejemplo a seguir, porque el tiempo es caprichoso, y trae consigo alforjas llenas de variables, injusticias, obligaciones y caminos sin salida.

Y es que nadie puede controlar plenamente como usar la parte de tiempo que le toca. Influyen en tan importante decisión la mala y la buena suerte, las necesidades vitales, los instintos, las capacidades, las desigualdades, el color de la piel, el sexo, la discapacidad, la enfermedad, el miedo, la educación, el sistema de valores, la ética, la moral, el amor. Un sinfín de giros, obstáculos, ayudas, señalizaciones, que nos marcan poco a poco como gastar o malgastar tan exiguo y circunscrito bien.

Lo único que es absolutamente cierto es simplemente eso, que es limitado. Hay a quien se le agota antes de nacer, otros en cambio alcanzan los cien años o más, pero a todos en definitiva se nos termina, cosa injusta si tenemos en cuenta que podemos hacer muy poco para administrarlo, al menos de la forma que realmente queremos (o que creemos que queremos). Somos como patrones sin experiencia de un barco en medio de la tormenta, que intuyen el camino, se guían por alguna estrella, y dan más o menos hábiles golpes de timón para enderezar la quilla, pero es el embravecido mar de la existencia quien decide por donde va nuestra nave.

No hay que desesperarse, ni tampoco dejar nuestros endebles cascarones a la merced de las olas. Simplemente debemos asumir la derrota anticipadamente, entendiendo que no somos plenamente dueños de nuestras vidas, de nuestro tiempo. Tratar de avanzar con cierto rumbo en las jornadas de calma, viento en popa a toda vela, preparándonos para luchar, al menos un poco, contra las galernas que sin duda aparecerán para volver locas nuestras brújulas. Porque siempre aparecen.

Supongo que esa es la esencia de la vida al fin y al cabo. Navegar intentando mantenernos a flote de la mejor manera posible, hasta que caiga el último grano de arena.



miércoles, 21 de enero de 2009

domingo, 18 de enero de 2009

Noche de Lluvia

¿Por qué envuelve mi corazón la pena
en mis noches de lluvia?
¿Por qué cuando en los árboles sopla
el viento del invierno me causan dolor fantasmas
por mí amados, más allá de la tierra excavada?
¿Por qué sus almas en el viento buscan las casas?
Es resucitado un mundo
al que cubre la tarde y fluye un recuerdo
fluye un recuerdo
fluye un recuerdo

Mis amados bajo el viento y la lluvia.
Mientras escucho sus pasos en el pasillo
y atraviesan sus risas el vestíbulo de sombras
hacia mí, se reaviva en mis ojos su imagen.
Beso esa frente y acaricio aquel pelo
palpo la manga de una camisa caliente
huelo el nudo de una corbata
y percibo sus miradas brillantes de deseo
profundas tras el horizonte
y oigo esos corazones ávidos
latiendo en la espera.
¿Con qué escribieron un mañana que no vendrá?
¡oh, muerte cruel; objeto de perdición!
¿Con qué lo escribieron, patrimonio del destino?

Los árboles agitan
el viento del invierno y cae la lluvia
y cae la lluvia
y cae la lluvia.

Fadwa Tuqan

¡¡¡Viva la Lucha del Pueblo Palestino!!!

miércoles, 14 de enero de 2009

Exotismo Histórico

Planta de Galicia. Diciembre 2008.


Llevo apenas dos días trabajando en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, y aun no puedo sacar muchas conclusiones, pero estoy alucinando con un tipo de ecosistema laboral completamente desconocido para mi.

Me encuentro rodeado de consultores y consultoras mejor vestidos/as que los propios funcionarios a los que sirven, entendiendo como “bien vestido”, a ir a trabajar como irías a una boda de postín, es decir, incómodo y por lo menos yo, sintiéndote ridículo.

El edificio es espectacular, y como pertenece al Ministerio de Industria, todo es muy moderno, muy tecnológico. Consolas digitales donde marcas el piso al que quieres ir y te dicen que ascensor debes coger sin pulsar botón alguno, luces en baños que se encienden y se apagan automáticamente cuando entras y sales, y calor, mucho calor, que no se casa para nada con el frio ambiente humano de la oficina.

Mis compañeros de equipo son majos, por ahora no puedo añadir mucho más.

No todo es malo, y seguramente con el tiempo me convertiré en el rey del mambo, y hasta estaré a gusto, pero por el momento el tema ambiente de trabajo decepciona un poco. Por lo demás, pues que ya os iré contando mis aventuras de consultor trajeado, que seguro me dan tema creativo para unas cuantas entradas.

Por cierto…. ¿seguirán vendiendo corbatas de esas que tenían una gomita y un ganchito? Ya no necesito del PDF de instrucciones que me descargué para cuando de pascuas a ramos, tenía que usar esa herramienta de tortura masculina, pero aun así, me sigue pareciendo un auténtico coñazo tener que hacerlo todas las mañanas.

Un abrazo grande.

domingo, 11 de enero de 2009

Crisoles de Jaenar



Escuché una vez en algún lugar, que nuestras almas son como crisoles, construidos a partir de pequeñas partes que van depositando dentro de nosotros, todas y cada una de las personas con las que nos relacionamos a lo largo de nuestra existencia.

Ahora, cuando realmente soy consciente de lo mucho que voy a echaros de menos, me reconforta pensar que es una teoría cierta, y que aunque no sepamos por donde nos llevarán los caprichosos hilos del destino, me llevo un pedacito de cada una de vosotras (si Lidio, tú también estás incluido, pero utilizo el femenino porque ellas son mayoría), que me permitirá teneros siempre muy cerca.

Hemos convivido apenas un año, casi once meses disfrutando juntos muchas cosas buenas, superando hombro con hombro también algunas malas, compartiendo risas, frio y calor, colas para el microondas, incursiones a la china-rumana, payasadas, estrés, confrescores, dolorosas despedidas (esto también es para tí, Inma) y alegres bienvenidas, una mesa que abre y cierra raro, conversaciones que incrementan “lados femeninos”, peleas por trozos de palmera, pliegos (muchos pliegos), requerimientos, recursos, encuadernaciones, presupuestos, caídas de ojos, lindas flores, anécdotas de Pajares, regalos (¿rosa y sonoro?...aun alucino), chistes mal contados, músicas extrañas con apéndices de topo, prisas, horas extras, megauploads, cantes flamencos, llamadas a extensiones que empiezan por 3, trazas de lactosa, subidas, bajadas y gritos por las escaleras, y en definitiva, todas esas pequeñas pero asombrosas cosas que nos han convertido en una pequeña familia.

Me gustaría daros las gracias por hacerme un hueco en vuestros corazones, por regalarme tantos recuerdos, por enseñarme tantas cosas, y expresaros también, de la mejor manera que sé, lo mucho que os quiero.

Simplemente pediros que os riais mucho, puesto que no hay problemas, estrés o agobios que no se solucionen con una buena carcajada. Os dejo el “muñón”, la “calva cejuda”, la “boca de león” “los electrodos de imanes”, el "leopardo peleón" y otros de mis gadgets, para cuando necesitéis de su inmensa capacidad terapéutica.

Sé que seguiremos viéndonos (no os librareis de mí tan fácilmente), pero aparte de esta certeza, me ayuda mucho creer que también un pedacito mio se queda ahí, con todas vosotras, formando parte de vuestro quehacer diario, al menos cierto tiempo, hasta que la fuerza y el empuje irrefrenable del Tsunami que son la costumbre y el pasar de los días, borren casi completamente las huellas que mis Camper y las rayas de mis jerséis, hayan podido dejar en el recuerdo y en los pasillos de la oficina.

Estaré muy cerquita.

Un beso muy grande.