domingo, 15 de marzo de 2009

Cuatro bodas y un funeral

H and me en una iglesia...ummm raro.

Canción de exaltación de la amistad

Se nota que son chicas sanas y deportistas...ahí con sus bebidas isotónicas

El novio se pone cariñoso después de la boda...fotos no!!!

El arpista ciego....¿el arpa era de exposición?


Ayer comenzó el carrusel de bodas que colorean mi agenda anual en los próximos meses. Van a ser cuatro en total, todas de mis amigos de la infancia, que en un alarde de oportunismo, han decidido pasar por la vicaría uno detrás de otro en apenas 6 meses.

El caso es que por un lado, cada una de estas celebraciones con sus respectivas despedidas, suponen atizarle a nuestros ya no tan jóvenes cuerpos una dosis de fiesta de las de órdago (la que nos corrimos ayer fue muy épica), y por otro, un importante gasto adicional a nuestras ya de por si exprimidas economías. El otro día casi abro una cuenta-bodorrios en paralelo a la cuenta-vivienda, porque ante tanta necesidad de liquidez hay que organizarse.

La verdad es que en general son actos divertidos, no exentos de una particular parafernalia y protocolo, que nos gusten más o menos, nos están sirviendo a todos para volver a estrechar lazos y escribir nuevas aventuras que renueven nuestro anecdotario particular.

Lo que me preocupa es que no sé si voy a sobrevivir a tanta celebración, y como el título de la conocida película de Mike Newell protagonizada por el tontaina de Hugh Grant y la reina de las cremas faciales Andie Macdowell, creo que además de las cuatro bodas, puede que tengamos que lamentar algún funeral, puesto que en general, conformamos un grupo bastante “peterpanesco” que no sabe celebrar nada que vaya unido a la palabra moderación.

Está claro que en este post los que hablan por mí son la resaca y el mal cuerpo, pero es cierto que ya han quedado muy lejos aquellos tiempos en los que tras una noche “loca” como la de ayer, me levantaba a las diez de la mañana y me iba a jugar al baloncesto. Hoy me he despertado roto, y apenas podía ir a por el pan y el periódico. Cosas de la edad, que es traicionera y no perdona.

A pesar del duro domingo post-celebración, he de reconocer que la boda de Luís e Ido fue realmente divertida, y aprovecho esta entrada para felicitarles una vez más y desearles un maravilloso futuro juntos.