domingo, 11 de octubre de 2009

Vacaciones

Qué bien sientan los domingos por la tarde cuando sabes que no hay que ir a trabajar al día siguiente. Pero es incluso más placentero cuando eres consciente de que tampoco has de ir el martes, ni el miércoles...y así durante toda una semana.

Casi me relamo pensando que mañana cuando amanezca (probablemente despertado por algún caza rasante del ejército patrio camino del desfile), volveré a darme media vuelta en la cama sabiendo que ni H ni yo tenemos otra obligación que meter las cosas en el coche y emprender viaje cuando nos apetezca.

Descansar, dormir, comer, viajar. En esta ocasión un modesto plan a nuestro aire por Asturias, pero que seguro será hermoso y lleno de aventuras, paisajes y cosas interesantes.

A mi regreso traeré nuevas historias, y espero que nuevas fotos.

Abrazos y feliz puente del Pilar.




miércoles, 7 de octubre de 2009

Poema Japonés

















Furuike ya,
kawazu tobikomu,
mizu no oto


(Un viejo estanque,
una rana que salta;
ruido del agua)

Matsuo Bashô




martes, 29 de septiembre de 2009

Basureros

Estaría genial poder subirse a un camión de basura e ir recogiendo todos los desperdicios morales que uno mismo va generando a lo largo de su vida. Recorreríamos las calles de nuestro interior acumulando todo lo que apesta, los errores cometidos de los que no aprendemos nada, lo que no nos sirve para ir hacia adelante, todo aquello que no podemos reciclar para ser mejores, todas nuestras maldades que siempre regresan aunque no queramos que así sea.

Así, con el volquete lleno (puesto que en acumular basura moral nadie se libra) lo llevaríamos a una incineradora de nuestra maldad, ineptitud o insociabilidad, y lo arrojaríamos todo allí, para que se quemara con el resto de egoísmos, envidias, soberbias, violencia, malos modos, incomprensiones, crueldad y fanatismo del resto de personas que comparten la existencia con nosotros.

Sería fácil, así sin más, quitarse de encima todo ese peso, por lo menos para todos aquellos a los que nos pesa, puesto que también hay mucho Síndrome de Diógenes con este tipo de basura, y por lo tanto gente que está encantada de la vida acumulando mierda debajo de la cama y de las alfombras de su conciencia.

Pero pensándolo bien, creo que es mejor que no exista dicho camión, tampoco dicha incineradora soñada que quema la basura de los errores conscientes, puesto que aunque algunas veces nos vamos metiendo nosotros mismos en una vorágine compulsiva generadora de desperdicios, de la que nos es muy difícil salir, siempre existe la culpa para acercarnos a tierra. No la horrible culpa católica que establece control sobre lo moral y sobre los actos de sus creyentes, sino la culpa como ancla que nos acecha en eso que algunos denominan conciencia o empatía, y que nos aferra a la realidad que nosotros desmejoramos con nuestros malos comportamientos, esos que después, ya en frio, siempre queremos hacer desaparecer, pero que el amarre de la culpa nos recuerda.

Así que cada uno asuma y conviva con su propia basura.

domingo, 27 de septiembre de 2009

viernes, 18 de septiembre de 2009

Quince años, tres manzanas y una vida. (Extracto)

Una vez más, como tantas otras noches desde hace más de doce años, Ramón María se despierta tiritando y empapado en sudor, ahogando un agónico grito entre sus dientes. Es completamente consciente de que se trata una vez más de la misma pesadilla, una recurrente historia de horror que le obliga a despertarse todos los días en mitad de la noche, desgarrando su descanso desde hace tanto tiempo que ni siquiera recuerda lo que es conciliar el sueño de un tirón hasta el amanecer.

En la oscuridad de una habitación que no es la suya, una vez superado el estupor del momento, y recordando que se encuentra en una habitación de hotel, alarga el brazo por puro instinto hacia la derecha, intentando encontrar un interruptor, un cordón de enchufe, o algo que le ayude a orientarse y a disipar la fría y poco familiar negrura que le rodea.

Los espasmos y temblores que aun afectan a su coordinación hacen que derribe un objeto, que por el sonido que hace al chocar y hacerse añicos contra el suelo, parece ser un vaso de cristal.

- ¡Mierda!- exclama para sí mismo, recordando el rayado vaso del baño que una vez desprovisto de su plástico sanitario le sirvió para transportar medio litro de Johnny Walker de la botella a su garganta, y que en medio de la borrachera debió de posar en la mesita de noche.

Tanteando con más cuidado a su alrededor, consigue rozar lo que parece ser una cadenita que cuelga de la lámpara, y tirando suavemente de ella, una difusa luz anaranjada se enciende frente a su cara.

Está completamente desnudo, con un amasijo de sábanas y colcha revueltas adheridas a su piel por el efecto del sudor. De hecho, la mitad de su cuerpo reposa directamente sobre el colchón, sin sábana bajera que lo cubra, efecto que le hace pegar un respingo de repulsión y retirarse al instante, puesto que es una sensación que siempre le ha resultado sumamente desagradable, sobre todo en camas ajenas.

Le duele la cabeza, y aunque a duras penas consigue reprimir la tiritona que le ha causado la terrible pesadilla, al menos ya no tiene ataques de angustia, puesto que su cuerpo parece haberse acostumbrado a ellas. No obstante siempre suele despertarse un poco sonado, como un boxeador tras haber recibido un fuerte directo a la sien, y ahora la resaca no le ayuda a mejorar esta situación, por lo que se incorpora muy despacio, sentándose en el borde de la cama, en mitad de una extraña y cutre habitación de pensión barata.

Se pregunta donde habrá dejado sus pastillas. Despacio, tambaleante, sorteando la parte que debe de estar llena de cristales rotos, se acerca a la puerta del baño, que cruje al abrirse. El suelo está frio bajo sus pies descalzos. Se aproxima al váter y levantando la tapa, una cívica costumbre que aprendió durante los años de facultad en los que convivió con chicas en un piso compartido, sujeta su pene con una mano, y se concentra en descargar una larga, cálida y reconfortante meada en el inodoro, preguntándose donde estarán sus pastillas para el dolor de cabeza. Tras tirar de la cadena, se acerca al armario de lámina corredera, donde debió arrojar ayer su bolsa nada más inscribirse en recepción y subir a su habitación. Abriendo la cremallera e introduciendo dentro medio brazo, Ramón María tantea el interior de su bolsa, y buscando su pastillero, aparta instintivamente la ropa arrugada y otros objetos de forma apresurada. De repente, sus dedos tocan un pesado y frio objeto metálico.

Su mero contacto le produce un sentimiento reconfortante, que le invita a recorrer con sus manos toda la superficie dejándose llevar por la grata sensación del acero.

lunes, 14 de septiembre de 2009

El regreso

Tras unos largos meses de descanso blogueril, y encuadrado en ese conjunto de autocompromisos que todos nos hacemos con la llegada de Septiembre, voy a retomar este asunto una vez más, y me he prometido a mi mismo que escribiré y colgaré cositas con cierta asiduidad.

Nada ni nadie me obliga, puesto que tras un largo periodo de sequía y barbecho, pocas entradas y lecturas voy a tener. No obstante, yo que soy un tipo de naturaleza desordenada y hábitos muy alejados de cualquier disciplina prusiana, me tengo que marcar ciertos objetivos, que sin afianzarse como normas, me obliguen a hacer esas pequeñas cosas que me gustan y al mismo tiempo me dan pereza.

Comenzaré narrando a grosso modo, que tras el anhelado y cumplido viaje a la Habana y a Cuba antes de que se muriera Fidel, no siendo amigo yo de los blancos y los negros, sino más cercano siempre a los grises, regresé con un hondo sentimiento agridulce, descubriendo todo lo bueno de la revolución, de esa maravillosa patria, de la gente cubana, pero también entendiendo todo lo malo, todo aquello que muchas veces se oculta bajo el telón de la utopía y de la nostalgia idealista que nos empaña los ojos, e interiorizando la desesperanza de un futuro incierto, aunque bastante oscuro.

Después de Cuba, no hay mucho que contar hasta la llegada del verano. Apenas dieciséis días en agosto, que dieron de sí para un par de jornadas en Barcelona, donde lo mejor fue visitar la exposición de Robert Capa y Gerda Taro en el MNAC. Nueve días en Menorca, disfrutando de sus hermosas playas, y de sus fiestas de cabals o jaleos, de los que al igual que hace dos años, en cuanto las seleccione, colgaré unas cuantas fotos, pues son bastante espectaculares. Por último tres días en Girona y alrededores. Maravillosa provincia, en la que destacaré la visita a Figueres, y al Museo Teatro Dalí, coincidiendo con el festival de música en la calle "Acústica", Besalú, Camproudon, Girona capital, Cadaqués...y aprovecho para dar las gracias a Almudena, Enriq, y Amiru, por acogernos en su precioso molino cerca de Olot, y a Paco por abrirnos siempre su morada menorquina.

Y ya estamos en septiembre, y me ha dado por cuidarme, y por hacer cosas raras como salir a correr o tirar al arco (será la depresión de los 32), y por retomar este Blog. Y como soy un tipo de palabra, supongo que al menos por un tiempo, me dejaré caer bastante por aquí.











jueves, 2 de julio de 2009

martes, 14 de abril de 2009

domingo, 15 de marzo de 2009

Cuatro bodas y un funeral

H and me en una iglesia...ummm raro.

Canción de exaltación de la amistad

Se nota que son chicas sanas y deportistas...ahí con sus bebidas isotónicas

El novio se pone cariñoso después de la boda...fotos no!!!

El arpista ciego....¿el arpa era de exposición?


Ayer comenzó el carrusel de bodas que colorean mi agenda anual en los próximos meses. Van a ser cuatro en total, todas de mis amigos de la infancia, que en un alarde de oportunismo, han decidido pasar por la vicaría uno detrás de otro en apenas 6 meses.

El caso es que por un lado, cada una de estas celebraciones con sus respectivas despedidas, suponen atizarle a nuestros ya no tan jóvenes cuerpos una dosis de fiesta de las de órdago (la que nos corrimos ayer fue muy épica), y por otro, un importante gasto adicional a nuestras ya de por si exprimidas economías. El otro día casi abro una cuenta-bodorrios en paralelo a la cuenta-vivienda, porque ante tanta necesidad de liquidez hay que organizarse.

La verdad es que en general son actos divertidos, no exentos de una particular parafernalia y protocolo, que nos gusten más o menos, nos están sirviendo a todos para volver a estrechar lazos y escribir nuevas aventuras que renueven nuestro anecdotario particular.

Lo que me preocupa es que no sé si voy a sobrevivir a tanta celebración, y como el título de la conocida película de Mike Newell protagonizada por el tontaina de Hugh Grant y la reina de las cremas faciales Andie Macdowell, creo que además de las cuatro bodas, puede que tengamos que lamentar algún funeral, puesto que en general, conformamos un grupo bastante “peterpanesco” que no sabe celebrar nada que vaya unido a la palabra moderación.

Está claro que en este post los que hablan por mí son la resaca y el mal cuerpo, pero es cierto que ya han quedado muy lejos aquellos tiempos en los que tras una noche “loca” como la de ayer, me levantaba a las diez de la mañana y me iba a jugar al baloncesto. Hoy me he despertado roto, y apenas podía ir a por el pan y el periódico. Cosas de la edad, que es traicionera y no perdona.

A pesar del duro domingo post-celebración, he de reconocer que la boda de Luís e Ido fue realmente divertida, y aprovecho esta entrada para felicitarles una vez más y desearles un maravilloso futuro juntos.

lunes, 16 de febrero de 2009

¿Es verdad?



Ocho hombres salieron de aquel avión una tarde de agosto. Iban encadenados por los pies, con gruesos grilletes alrededor de sus tobillos, y calurosas capuchas de fieltro empapadas de sudor cubriendo sus cabezas. En fila, escoltados por uniformados hombres armados hasta los dientes, recorrieron, paso a paso, la distancia que separaba la escalera del aeroplano hasta una furgoneta blindada aparcada bajo el ardiente sol.

No veían nada, apenas entendían las voces de sus captores, simplemente se mantenían en pie y caminaban sin rechistar bajo un mar de gritos, empujones y pescozones que les marcaban el camino.

Ni una sola queja, ni una protesta, sólo quizás un leve jadeo que salía de sus gargantas resecas, de sus labios cortados, indicando a través de sus capuchas el esfuerzo al que estaban siendo sometidos, privados hacía ya muchas horas de alimento, de luz y de orientación.

Sabían que era de día, puesto que la luz atravesaba débilmente la tela que cubría sus ojos, y el calor del sol y una fuerte humedad les hacían sudar abundantemente, empapando aun más aquellas malditas ropas que no eran suyas, unos simples y baratos uniformes de preso que picaban y hedían tras el largo y doloroso vuelo al que habían sido sometidos.

Uno de los presos había conseguido mantenerse alerta y despierto, calculando no menos de ocho horas de viaje. Sentados en el suelo, maniatados y privados de movimiento, les habían dejado levantarse una sola vez para ir al baño y no hacerse encima sus necesidades. Les dolían las articulaciones y la espalda, y tenían un hambre de mil demonios.

Y sin embargo, todas esas privaciones, la tortura a la que habían sido sometidos, el calor y la injusticia de verse repentinamente secuestrados de sus casas y separados de sus familias, no eran nada comparados con todo lo que les esperaba a partir de ese momento. Ninguno de los ocho podía imaginar en ese preciso instante, los duros meses de incomunicación, de martirio y de torturas a los que iban a ser sometidos.

Tampoco podían comprender la injusta paradoja de estar pisando uno de los lugares más bellos de la tierra, y al mismo tiempo, que ese caminar les dirigiera irremediablemente hacia las puertas del infierno.

¿Es verdad? Por Osama Abu Kabir.

"¿Es cierto que tras la lluvia crece la hierba?
¿Es cierto que las flores saldrán en primavera?
¿Es cierto que las aves migrarán a casa?
¿Es cierto que el salmón contra corriente nada?
Es cierto. Claro que es cierto. Todos son milagros.
Pero ¿es cierto que un día saldremos de Guantánamo?
¿Es cierto que un día volveremos a nuestro hogar?
Yo viajo en sueños, sueño con regresar.
Y estar con mis hijos, que son parte de mí;
y estar con mi esposa y con los que perdí;
y estar con mis padres, el corazón más tierno de la tierra.
Sueño con volver a casa, salir de esta oscura celda.
¿Me oye, juez? ¿Me oye acaso?
Somos inocentes, no hemos cometido pecado.
¡Libéreme, libérenos si aún queda
justicia y compasión en esta tierra!"

lunes, 9 de febrero de 2009

miércoles, 28 de enero de 2009

Tic-Tac, Tic-Tac....


Segundos, minutos, horas, que encadenan días y noches, semanas y meses, años, lustros y décadas, cuartos que se convierten en siglos completos. Tiempo. No somos nada excepto tiempo que pasa, desde que nuestra madre nos alumbra, hasta que todo se agota, de manera fortuita o más o menos natural.

No exáctamente tiempo que pasa, sino más bien tiempo que gastamos, de la mejor o peor manera posible. Sin hacer ruido, o provocando estruendosas estampidas que dejan un pequeño eco tras nuestra ausencia, una estela de ritmo etérea y decreciente, que al final, salvo algunos casos de elevada celebridad, también desaparece.

Algunos lo gastan como quien reparte chicles entre sus compañeros de trabajo, otros en cambio lo guardan con celo en cajas de caudales de siete llaves. No me atrevería a decir quien hace mejor. Cada uno elije su fórmula. Todas son válidas, o más bien, todas concurren.

Hay quien desea dedicar su tiempo a los demás, y quien por el contrario, arrebatado por un sentimiento hedonista, parece que solo se preocupa de sí mismo, e incluso los hay que hacen las dos cosas a la vez. No voy a juzgar ni la una ni la otra, ni a vaticinar cual es el ejemplo a seguir, porque el tiempo es caprichoso, y trae consigo alforjas llenas de variables, injusticias, obligaciones y caminos sin salida.

Y es que nadie puede controlar plenamente como usar la parte de tiempo que le toca. Influyen en tan importante decisión la mala y la buena suerte, las necesidades vitales, los instintos, las capacidades, las desigualdades, el color de la piel, el sexo, la discapacidad, la enfermedad, el miedo, la educación, el sistema de valores, la ética, la moral, el amor. Un sinfín de giros, obstáculos, ayudas, señalizaciones, que nos marcan poco a poco como gastar o malgastar tan exiguo y circunscrito bien.

Lo único que es absolutamente cierto es simplemente eso, que es limitado. Hay a quien se le agota antes de nacer, otros en cambio alcanzan los cien años o más, pero a todos en definitiva se nos termina, cosa injusta si tenemos en cuenta que podemos hacer muy poco para administrarlo, al menos de la forma que realmente queremos (o que creemos que queremos). Somos como patrones sin experiencia de un barco en medio de la tormenta, que intuyen el camino, se guían por alguna estrella, y dan más o menos hábiles golpes de timón para enderezar la quilla, pero es el embravecido mar de la existencia quien decide por donde va nuestra nave.

No hay que desesperarse, ni tampoco dejar nuestros endebles cascarones a la merced de las olas. Simplemente debemos asumir la derrota anticipadamente, entendiendo que no somos plenamente dueños de nuestras vidas, de nuestro tiempo. Tratar de avanzar con cierto rumbo en las jornadas de calma, viento en popa a toda vela, preparándonos para luchar, al menos un poco, contra las galernas que sin duda aparecerán para volver locas nuestras brújulas. Porque siempre aparecen.

Supongo que esa es la esencia de la vida al fin y al cabo. Navegar intentando mantenernos a flote de la mejor manera posible, hasta que caiga el último grano de arena.



miércoles, 21 de enero de 2009

domingo, 18 de enero de 2009

Noche de Lluvia

¿Por qué envuelve mi corazón la pena
en mis noches de lluvia?
¿Por qué cuando en los árboles sopla
el viento del invierno me causan dolor fantasmas
por mí amados, más allá de la tierra excavada?
¿Por qué sus almas en el viento buscan las casas?
Es resucitado un mundo
al que cubre la tarde y fluye un recuerdo
fluye un recuerdo
fluye un recuerdo

Mis amados bajo el viento y la lluvia.
Mientras escucho sus pasos en el pasillo
y atraviesan sus risas el vestíbulo de sombras
hacia mí, se reaviva en mis ojos su imagen.
Beso esa frente y acaricio aquel pelo
palpo la manga de una camisa caliente
huelo el nudo de una corbata
y percibo sus miradas brillantes de deseo
profundas tras el horizonte
y oigo esos corazones ávidos
latiendo en la espera.
¿Con qué escribieron un mañana que no vendrá?
¡oh, muerte cruel; objeto de perdición!
¿Con qué lo escribieron, patrimonio del destino?

Los árboles agitan
el viento del invierno y cae la lluvia
y cae la lluvia
y cae la lluvia.

Fadwa Tuqan

¡¡¡Viva la Lucha del Pueblo Palestino!!!

miércoles, 14 de enero de 2009

Exotismo Histórico

Planta de Galicia. Diciembre 2008.


Llevo apenas dos días trabajando en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, y aun no puedo sacar muchas conclusiones, pero estoy alucinando con un tipo de ecosistema laboral completamente desconocido para mi.

Me encuentro rodeado de consultores y consultoras mejor vestidos/as que los propios funcionarios a los que sirven, entendiendo como “bien vestido”, a ir a trabajar como irías a una boda de postín, es decir, incómodo y por lo menos yo, sintiéndote ridículo.

El edificio es espectacular, y como pertenece al Ministerio de Industria, todo es muy moderno, muy tecnológico. Consolas digitales donde marcas el piso al que quieres ir y te dicen que ascensor debes coger sin pulsar botón alguno, luces en baños que se encienden y se apagan automáticamente cuando entras y sales, y calor, mucho calor, que no se casa para nada con el frio ambiente humano de la oficina.

Mis compañeros de equipo son majos, por ahora no puedo añadir mucho más.

No todo es malo, y seguramente con el tiempo me convertiré en el rey del mambo, y hasta estaré a gusto, pero por el momento el tema ambiente de trabajo decepciona un poco. Por lo demás, pues que ya os iré contando mis aventuras de consultor trajeado, que seguro me dan tema creativo para unas cuantas entradas.

Por cierto…. ¿seguirán vendiendo corbatas de esas que tenían una gomita y un ganchito? Ya no necesito del PDF de instrucciones que me descargué para cuando de pascuas a ramos, tenía que usar esa herramienta de tortura masculina, pero aun así, me sigue pareciendo un auténtico coñazo tener que hacerlo todas las mañanas.

Un abrazo grande.