miércoles, 27 de febrero de 2008

Miedo escénico

Todos hemos pasado alguna vez por ese momento preciso, en el que tienes que enfrentarte a algo que sabes que no puedes evitar. Esa reunión con un cliente, donde por mucho que te lo hayas currado, sabes que te van a buscar las vueltas. Ese momento en el que tienes que decir lo que sientes a otra persona, y aunque has visualizado el instante con todos sus posibles finales en tu mente, mil y una veces mientras dabas vueltas en la cama, sabes que debes pasar el trago y soltarlo. Ese momento antes de salir a actuar, donde de nada sirven las mil horas que has ensayado.

Son situaciones de mayor o menor importancia para los que nos rodean, pero desde luego, vitales para nosotros, por lo que significan en cuanto a nuestra superación personal, y por lo que crecemos al superarlas.

Propongo que el/la que quiera, escriba en unas pocas líneas una de estas vivencias. Pequeñas historias cotidianas que nos convierten en lo que somos.

Aquí os dejo la mía:

Nervios. Me sudan las manos y no es algo que me pase con frecuencia. Se que me están hablando, pero la verdad es que no entiendo lo que me dicen. Tengo que concentrarme o la voy a cagar. Respirar profundamente. El miedo escénico es algo estúpido. Por muy mal que lo haga, nada va a cambiar, el mundo seguirá girando mañana. ¿Me acuerdo de todo? Si, tranquilo, relájate y disfruta. Busca el apoyo en los otros...., no, creo que ellos están igual o peor que yo. No tenía que haberme tomado todos esos patxaranes. Dios, que nudo en el estómago. Teníamos que haber dedicado más tiempo a la prueba de sonido. Última canción de los niñatos estos de pose punk. Entran a avisarnos. Nos han dicho que hay 500 personas en la sala. Salgo tras mis compañeros casi por inercia. Ya no hay vuelta atrás. Hay que salir, los focos casi no me dejan ver a nadie entre el público. Tranquilo. Respira. Siente la adrenalina que recorre todo tu cuerpo. Conecta la pedalera. Mira a tus compañeros. Están listos, pero cagados igual que tú. Controla el temblor de los dedos o fallarás el primer acorde. Acerca la boca al micrófono. Dios, cuanta gente. Vamos allá.



Fin de semana

Playa de Tagle (Cantabria, Febrero de 2008).

Cuando conoces a alguien desde hace tanto tiempo, que más que un amigo, es un hermano, ni el paso del tiempo, ni las circunstancias, ni los malos momentos, ni los cambios, ni la vejez, pueden destruir los lazos construidos. Cada uno es como es, y aceptarlo, comprenderlo, y potenciarlo es la base perfecta para que siga creciendo la amistad.

Gracias a todos/as por un fin de semana maravilloso. Gracias por este feliz reencuentro.

Un beso.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Ella y el mar

La brisa de una tarde de otoño revolvía su pelo, ensortijándolo alrededor de su cara pálida. Se arropaba dulcemente con una chaqueta de lana verde, sentada sobre la arena de la playa, contemplando con sus ojos grises entrecerrados una incipiente puesta de sol. Se llamaba Carla, y sigo intentando convencerme de que su corazón me perteneció durante algún tiempo, aunque seguramente nunca haya pertenecido a nadie.

Demasiado hermosa para la realidad cotidiana, demasiado lista para los límites de nuestra pequeña ciudad, demasiado inaccesible para cualquiera de los patanes que la rondábamos. Y aun así, sigo pensando que estuve muy cerca. Al menos tan cerca como se puede estar de una estrella sin quemarse uno vivo.

Paseos por la playa de la mano, un beso fugaz en la esquina de una calle, y una sola vez, marcada a fuego en mi mente para siempre, la dicha gozosa de amarla, bajo la luna llena, escondidos de la vida, de sus padres, del tiempo. Pero nada más, eso fue todo, y aun así fue más de lo que muchos hombres afortunados han conseguido nunca.

Luego se marchó, o quizá no lo hizo, o siempre vivió escondida entre nosotros y yo no pude volver a percibirla con mis sentidos, o ya pertenecía a mis sueños, o nunca llegó a ser real. Igual que las mentes humanas rechazan muchas imágenes que vemos todos los días con los ojos, y que si no fueran eliminadas, supondrían una total perdida de cordura por el terror, la angustia o la incomprensión, creo que mi mente se acostumbró a no verla, a mirar a través de ella cuando nos cruzábamos en la plaza, para evitar morir por el dolor de no tenerla.

Con el tiempo su ausencia o su no-ausencia se convirtió en algo real, metódico, indoloro, y su recuerdo se quedó escondido entre las paredes del laberinto de mi memoria. Otras mujeres llenaron los huecos, incluso algunas dejaron huellas latentes, lacerantes como capas de cal sobre su imagen.

El caso es que antes, ahora, o hace un instante, durante mi paseo diario por la orilla, varios días, cientos de años después, creo que la he visto. Estaba ante mi, y no había cambiado, sola, sonriente, sentada en la playa, con su rebeca de lana verde, sus ojos grises, igual que entonces, igual que ahora, o puede que como nunca.

martes, 19 de febrero de 2008

Martes




Panorámicas de Venecia y Verona (Gracias H)


Bueno, hoy es martes, y creo que ya puedo decir, tras dos semanas de tranquilidad y un viaje a Venecia, que estoy curado, y preparado para firmar el alta voluntaria por estrés laboral. Estoy realmente bien, contento y descansado psicológicamente, aunque con cierto picazón en el alma por el que vendrá.

Para los/as que le apetezca lo de ir a Venecia, durante este mes, las típicas agencias de viajes on-line que todos/as conoceis, tienen un montón de ofertas y si buscas bien, por 250 euros persona, os podeis dar un homenaje de 5 días/4 noches (vuelo+hotel). Hace frio, lo sé, pero también la ciudad está mucho más tranquila, y eso de perderse a solas por las calles y los canales venecianos es una pasada.

A mis ex-compañeros de oficina y proyectos, deciros que os echo mucho de menos. Ánimo en vuestra pelea diaria.








domingo, 17 de febrero de 2008

Regreso








Es difícil describir la hermosura de una ciudad en unos pocos párrafos, pero Venecia es simplemente preciosa. Bella en su decadencia, en su suciedad, en sus desconchados y en sus apuntalamientos de fachadas medio en ruinas. Más allá de sus archiconocidos puentes de Rialto, de los Suspiros o de la Academia, y de su impresionante Plaza de San Marcos, Venecia es preciosa en sus rincones, en sus recovecos, en sus pequeños callejones sin salida, y en sus palacios abandonados. Sencillamente hermosa, complejamente bella.





lunes, 11 de febrero de 2008

Venecia

No me gusta en exceso volar, en el sentido más literal de la palabra. Es decir, subirme a un cacharro con alas (como dicen los geniales Faemino y Cansado, unos aparatos bien pensados, pero no porque vuelen, sino porque están huecos por dentro para llevar a la gente), que me elevará a miles de pies de altura.

Pero este sufrimiento, es sólo el pequeño precio que hay que pagar para viajar a otro lugar. Así, el hecho de conocer un sitio nuevo, un país diferente, un nuevo paisaje, y vivir nuevas aventuras lejos de tu ecosistema habitual, hacen que hasta la tortura de los controles policiales merezca la pena.

Mañana, a eso de las 16:00 pondré mis pies en Venecia (Gracias H). Una preciosa ciudad en la que ya he estado, pero que prácticamente desconozco, puesto que mi visita anterior se produjo en el entorno socio-cultural menos apropiado posible: el viaje de fin de curso del instituto.

Siempre me he preguntado que pintan en una ciudad como Venecia, 40 adolescentes con las hormonas por las nubes, y con los únicos objetivos de alcoholizarse y de realizar casi siempre vanos intentos de cortejo y aceptación en su grupo de iguales. Menudo coste de esfuerzo y de patrimonio familiar en la venta de cajas de polvorones.

Bueno, el caso es que esta vez quiero disfrutarla de otra manera, perdiéndome por sus calles, puentes y canales, fotografiando sus rincones, escuchando sus sonidos, y degustando su comida. Del olor mejor no digo nada, puesto que si que creo recordar que no era su fuerte. Serán apenas cinco días, pero creo que puede ser un buen aliciente más a mi programa de auto-curación del estrés.

Si, ya se que pasaré el dichoso 14 de Febrero, día de los enamorados (patrocinado por Master-Card y Coca-Cola), en la ciudad del romanticismo y de Giovanni Giacomo Girolamo Casanova, pero juro que no estaba previsto, o al menos, en ningún caso era un objetivo buscado. No obstante, como todo en el siempre sorprendente mundo de los viajes, seguro que será un aliciente más a añadir a la experiencia.

Traeré noticias de Venecia, y espero que los canales, las góndolas y el ajetreo de la Plaza de San Marcos, me inspiren nuevas historias para seguir tejiendo esta humilde colcha de pequeños retales que es Zumadicción.

¡¡¡A presto, ci vediamo!!!

sábado, 9 de febrero de 2008

Volar, volar, volar...

Viejo de París rodeado de Palomas (Noviembre, 2007)

Una mirada perdida, un pasado borroso, miles de sueños defraudados y un único sueño perenne que se aferra a su alma desdibujada por el tiempo y la soledad.

Volar, volar, volar, elevarse sobre los cielos y dejar el sucio y frío suelo, para mecerse en las inestables corrientes de aire, dejándose abrazar por las nubes, en un suave baile de libertad y dulzura.

Agitar inexistentes alas y convertirse en pájaro, como un nuevo Ícaro, pero no con falsas y muertas plumas unidas con cera, sino cambiando toda su morfología humana, transformándose en una frágil y bella ave.

Por eso las palomas son sus amigas, porque saben que él es una de ellas, porque entienden que jamás las defraudará, porque a pesar de estar encerrado en un cuerpo de hombre, viaja con ellas, las acompaña en su búsqueda de alimento, de calor, de la libertad que sólo puede otorgar el vuelo, en un modo de vida guiado únicamente por el viento.

Y quizás un día, ese banco del parque se quede vacío, sin alma, sin dueño, sin migas de pan y sin llamadas de voz cascada al reparto de tan humilde pienso

Entonces, puede que alguno de los transeúntes que ahora pasan por delante y cambian el gesto, tras una mirada dividida entre la repulsión y la falsa condescendencia, se extrañará de no ver al anciano vagabundo amigo de las palomas, y quizás, sólo si su grado de empatía se lo permite, se preguntará durante un pequeño instante que habrá sido de él.

Ninguno de ellos se dará cuenta jamás de que una nueva paloma sobrevuela el cielo de la ciudad, planeando mucho más alto y rápido que el resto de la bandada. Puede que si se fijaran en sus pequeños ojos rojos, descubrirían que en ellos brilla con fuerza un destello de felicidad.

lunes, 4 de febrero de 2008

Mi primer lunes al sol

Mi amigo Iván, 2007.

Un Lunes sin tener que ir a trabajar, es como un domingo sin periódico, que no te enteras de lo mal que va el mundo, ni de las derrotas del Estudiantes y del Atleti, y no te peleas por ver a quien le toca hacer el autodefinido..., pero aun así, es como si te faltara algo.

Pues ahora me siento parecido. Estoy cómodo en mi casa, feliz y relajado, pero con un vacío en mi interior, como si parte de mi cuerpo siguiera en otro lugar, alerta, preparado para reaccionar ante cualquier nuevo imprevisto, ante una nueva llamada de uno de los clientes, para resolver cualquier complicación que pueda tener el equipo en el territorio, para entregar el siguiente documento en plazo...pero esas cosas ya no existen, al menos ya no para mí.

No están, se quedaron ancladas en mi reciente pasado, concretamente este último viernes. Adiós Señora Responsabilidad, hasta pronto Señor Estrés laboral.

Desconectar, respirar, dejar la mente en blanco, borrar el continuo trasiego de neuronas en movimiento, sin dejar de dar vueltas una y otra vez, metódicamente, a cosas que ya no tienen importancia. ¿Por qué sigo como preocupado e intranquilo? Ahora son otros los que han asumido esa carga, y yo, como un viejo Bilbo Bolsón, sólo tengo que descansar en mi propia Rivendell, e intentar olvidar el peso de tantas cosas realizadas durante dos años y medio (lo siento Almena, lo siento Miguel, pero parece que os toca ser Frodo y Sam en esta historia).

Voy a terminar con el bruxismo en mi vida, antes de tener que empezar a dormir con un trozo de silicona en la boca, y dejar de morderme los pellejillos de los dedos, y frenar, y volver a ser un tipo tranquilo. Estoy cansado de que todo el mundo me diga que voy con prisa a todos lados, que no disfruto las cosas, que parece que llevo el apremio y la urgencia metidos en las venas.

Ya veremos como se me da. De momento, escribir esta entrada con tranquilidad, y no en 10 minutos antes de irme a trabajar, ya es un logro.

Es más, voy a daros envidia: son las 10:10, y pausadamente, sin prisas, voy a ponerme música, a prepararme otro café, y a decidir simplemente a qué voy a dedicar este mi primer lunes al sol...


Por cierto, gracias a los/as que os estais animando a crear conmigo la historia del Señor Peralta, dejemos que siga creciendo un poco más, antes de cerrarla.