lunes, 11 de febrero de 2008

Venecia

No me gusta en exceso volar, en el sentido más literal de la palabra. Es decir, subirme a un cacharro con alas (como dicen los geniales Faemino y Cansado, unos aparatos bien pensados, pero no porque vuelen, sino porque están huecos por dentro para llevar a la gente), que me elevará a miles de pies de altura.

Pero este sufrimiento, es sólo el pequeño precio que hay que pagar para viajar a otro lugar. Así, el hecho de conocer un sitio nuevo, un país diferente, un nuevo paisaje, y vivir nuevas aventuras lejos de tu ecosistema habitual, hacen que hasta la tortura de los controles policiales merezca la pena.

Mañana, a eso de las 16:00 pondré mis pies en Venecia (Gracias H). Una preciosa ciudad en la que ya he estado, pero que prácticamente desconozco, puesto que mi visita anterior se produjo en el entorno socio-cultural menos apropiado posible: el viaje de fin de curso del instituto.

Siempre me he preguntado que pintan en una ciudad como Venecia, 40 adolescentes con las hormonas por las nubes, y con los únicos objetivos de alcoholizarse y de realizar casi siempre vanos intentos de cortejo y aceptación en su grupo de iguales. Menudo coste de esfuerzo y de patrimonio familiar en la venta de cajas de polvorones.

Bueno, el caso es que esta vez quiero disfrutarla de otra manera, perdiéndome por sus calles, puentes y canales, fotografiando sus rincones, escuchando sus sonidos, y degustando su comida. Del olor mejor no digo nada, puesto que si que creo recordar que no era su fuerte. Serán apenas cinco días, pero creo que puede ser un buen aliciente más a mi programa de auto-curación del estrés.

Si, ya se que pasaré el dichoso 14 de Febrero, día de los enamorados (patrocinado por Master-Card y Coca-Cola), en la ciudad del romanticismo y de Giovanni Giacomo Girolamo Casanova, pero juro que no estaba previsto, o al menos, en ningún caso era un objetivo buscado. No obstante, como todo en el siempre sorprendente mundo de los viajes, seguro que será un aliciente más a añadir a la experiencia.

Traeré noticias de Venecia, y espero que los canales, las góndolas y el ajetreo de la Plaza de San Marcos, me inspiren nuevas historias para seguir tejiendo esta humilde colcha de pequeños retales que es Zumadicción.

¡¡¡A presto, ci vediamo!!!

1 comentario:

Bob Dylan dijo...

Buen viaje, Jorge y Elena (¿Helena?). Guardarme un trocito de canal que, algún día, haré uso de la reserva. Besos.