Margarita e insecto. Aldea del Fresno, Madrid. 2007.
La sobredimensionada Noche en Blanco Madrileña, se quedó en eso, simplemente en una noche en blanco en la que miles de ciudadanos no dormimos, pero tampoco pudimos hacer, ni ver, absolutamente nada de lo que teníamos planeado.
Sin embargo, la cosa parecía empezar bien, y los conciertos del Pura Vida, que comenzaron a las 16:00 (que grandes son Second) y la tradicional visita a las Fiestas del Partido Comunista, con una buena actuación de los Orishas tras un parón de media hora por la lluvia torrencial, fueron lo único aceptable del día.
Eso fue todo. Si nos hubiéramos quedado en las fiestas, o nos hubiéramos marchado a casa en ese momento, nos habríamos ahorrado un montón de esperas, colas, avalanchas, y decepciones que pasaré a narrar a continuación.
Fue premonitorio, que al llegar a la estación de metro de Plaza de España, a la 1:30 de la mañana, para ver el montaje de luces del Edificio España, no funcionara ninguna de las tres escaleras mecánicas para subir al exterior, y nos encontráramos así con las primeras colas y empujones de la noche, sólo para salir del metro. Una vez fuera, pues decepción: el edificio España estaba iluminado sí, pero con luces normales, y cientos de personas se agolpaban con las cabezas levantadas, y haciendo pasar rumores de unos a otros sobre si los tonos cambiaban cada cierto tiempo. Y en efecto cambiaban, y cada ventana se iluminaba de un color diferente, pero sin formar figuras, ni mosaicos, ni nada.
A continuación corrimos decididos a coger una de las maravillosas líneas de autobuses que el Ayuntamiento y nuestro alcalde y faraón, Alberto Ruiz-Gallardón, habían habilitado para “que todos los ciudadanos utilicen el trasporte público en La Noche en Blanco”, ya que el Metro (para sorpresa de todos) cerró a su hora habitual. Pasaron sin detenerse (repletos de gente apiñada como sardinas) hasta ocho vehículos de la famosa Línea 3 (la más buscada de la noche), y decenas de ciudadanos, que teníamos como destino el Matadero Madrid, empezamos a tomar contacto con la realidad de un evento con una pésima o nula organización.
Andar, andar, andar y andar, más autobuses llenos que no paraban, imposibilidad de encontrar un taxi vacío. Nuestro caminar nos llevó desde Plaza de España hasta Puerta de Toledo. Por el camino, vimos las colas brutales que se montaron en la puerta del Palacio Real, donde gentes de todas las edades parecían dormitar en una línea interminable. Y por fin, dos horas después, un taxi, para llegar a Matadero pasadas las 3:30, y allí la ignominia…era un macro-botellón lleno de gente y disturbios. Pudimos entrar, tras una avalancha, al escenario de Myspace, donde seis pintamonas mexicanos subidos al carro de la movida madrileña, desgranaban lo mejor de sus cantos desafinados, de sus ritmos tecno sin ecualizar, y de sus malos disfraces Mcnamarianos. Como era de prever, la cosa acabó en tragedia, y además de jodérseles el sonido, ciertos sectores del público, más drogados aun que los músicos, terminaron entablando una guerra de objetos lanzados con saña asesina. Puro arte vamos, cultura de calidad de la buena.
En los jardines del recinto, peña bebiendo y tocando los bongos o improvisando capoeiras, vamos, lo de todos los días en cualquier parque madrileño, pero esta vez, en la supuestamente original y multicultural Noche en Blanco. Unos malísimos ultra-cortos proyectados, aderezados con las intervenciones de espontáneos borrachos, que salían a la pantalla a comentar la jugada y conseguir sus minutos de gloria de la noche. Fin de la historia. Desalojaron dos horas antes de lo previsto.
Nada más. Gente que se marchaba hacia sus casas, cansados y con las cabezas gachas, comentando sus propias batallas y decepciones, y nosotros que conseguimos coger un Taxi, maldita la hora. Nos paró uno “un poco de derechas”, de esos que les encanta hablar, quiera el cliente o no, y que nos deleitó los oídos con su teoría sobre las libertades individuales, sobre las malditas limitaciones de la velocidad, del alcohol y del tabaco, que terminaron con el consabido comentario de <<..yo soy liberal, pero en ocasiones, echo de menos a Franco>>, y que para colmo de males, se confundió de camino y nos dio un rodeo importante, pidiendo disculpas, pero cobrando lo mismo. Todo un showman.
Visto lo visto, y dada la dudosa calidad de muchos de los eventos, la performance del Taxista Franquista (como bien dijo una amiga, suena a título de película de terror de serie Z), podría haberse incluido sin problemas dentro del programa de La Noche en Blanco, aunque entonces, nadie habría podido verla.
El año que viene me quedo en casa.