miércoles, 10 de octubre de 2007

Día de la Hispanidad

Central Park. New York, Junio 2007.

A las puertas de un maravilloso puente de tres días, y a costa de la celebración de ese manido y dudoso concepto que es la hispanidad, yo me pregunto si de verdad tenemos algo que festejar. ¿Saben muchos españoles que el Día de la Hispanidad se celebra el 12 de octubre, para conmemorar el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón?

La verdad es que en esta España siempre dividida en la que vivimos, me pregunto si los desfiles militares y la ostentación de una bandera, un himno y un Jefe de Estado que no representan a gran parte de la población, sea la manera de celebrar el singular descubrimiento del ilustre marinero y mercenario genovés. Que no castellano-leonés, ni aragonés, ni navarro.

Según la enciclopedia por antonomasia de la red (la wikipedia), la Hispanidad es la comunidad formada por todas las gentes y naciones que comparten una lengua y cultura hispánicas. Las 23 naciones que en ella se incluyen son todas hispanohablantes salvo Filipinas, pudiendo clasificarse en cuatro áreas geográficas: España, Latinoamérica hispánica (Hispanoamérica), África hispánica y, por último, se podría incluir la hispano-pacífica.

En el fondo, a la mayoría de la gente le da igual. Lo que importa realmente es que no hay que ir a trabajar, pero sinceramente, a mí me volverán a molestar el vuelo de los cazas por encima de mi casa (con grandes riesgos de caer sobre mi tejado), las cintas decorativas pintadas con una bandera de sólo dos colores, o la hipocresía y el oportunismo de los medios de comunicación en relación a la armonía y a la solidaridad entre los pueblos hispanos y la “madre” España.

Para mí es el día del “olvido sonrisas”. Olvidemos con una sonrisa siglos de historia de exterminio, colonialismo, explotación, racismo y festival de la OTI con nuestros “hermanos de lengua impuesta”, a los que con ese gracejo y sensibilidad que nos caracteriza, hoy llamamos panchitos, o payo-ponys. Olvidemos con alegría que varias generaciones de ciudadanos españoles no podamos sentir ninguna emoción (o al menos ninguna positiva) ante los símbolos de nuestro Estado. Olvidemos que es un día de homenaje a unas fuerzas armadas profesionales, que no consiguen efectivos suficientes para sus cuarteles, y que están entregando armas a soldados con coeficientes intelectuales y perfiles psicológicos limitados, a través de la creación de puestos de trabajo absolutamente precarios.

Por lo menos, la inmensa mayoría, yo incluido, no tendremos que olvidar nada, simplemente sonreír y ser felices, porque lo único importante y que merece la pena de esta nuestra fiesta nacional, es que no hay que ir a trabajar y que podemos amodorrarnos un rato más en la cama. Eso, si no nos despiertan los cazas y las fanfarrias.


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