Nota: Ante la petición de muchos de mis amigos/as, cuelgo esta foto. Y os pido que riaís lo que queraís, pero que no la utiliceis con fines perversos.
Hace frio, sensación a la que podría acostumbrarme, e incluso disfrutar, si no fuera extremadamente desagradable y estúpidamente molesta.
Odio llevar mucha ropa encima, y espero que esto no se entienda como una autoproclamación de exhibicionismo, pero el hecho de tener que andar como un sufrido Peter Weller dentro de su disfraz de RoboCop, por culpa de un exceso de carga, en forma de camiseta, sudadera/camisa (dependiendo de cómo se presente la agenda laboral), un jersey/americana (dependiendo de lo mismo), un abrigo, unos guantes y una bufanda, me parece algo increíblemente incómodo.
Y lo peor de ir hecho una bola de poliéster, falso algodón taiwanés, y otras fibras sintéticas, es que tienes que entrar en lugares cerrados, donde nunca han oído hablar del gasto energético, y donde parecen estar intentando en todo momento emular al mismísimo Belcebú alimentando sus calderas infernales. Deberían incluir la calefacción de las oficinas y centros de trabajo como un riesgo laboral de clase A. Así andamos todos, constipados y enfermos.
Probar a meter a vuestra mascota un ratillo en el frigorífico, otro ratillo bajo una manta eléctrica, así, sucesivas veces, y seguro que se muere. Pues eso es lo que tenemos que sufrir a diario en esta época invernal. Lo raro es que sobrevivamos a la primavera.
Coches que no arrancan, resbalones traicioneros por el hielo, tiritonas, constipados,….el frio extremo es una jodienda, y aunque ver nevar sea algo supuestamente muy bonito, ríete de la nieve cuando te pilla en mitad de la calle sin paraguas y sin guantes, o peor aún, dentro de tu viejo Citroën, en un puerto de montaña, justo cuando te acuerdas de aquel día que llevaste durante horas unas cadenas en el carrito del Carrefour, y decidiste desecharlas en el último momento.
Bueno, abrigaros todos/as mucho, que el frio, aunque molesto, es llevadero. Peor son las navidades, y las tenemos ya encima. Están acechando detrás de la puerta, para atraparnos, torturarnos y mutilarnos sin piedad. Por eso me recuerdan al cabrón de mi gato.
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