Son situaciones de mayor o menor importancia para los que nos rodean, pero desde luego, vitales para nosotros, por lo que significan en cuanto a nuestra superación personal, y por lo que crecemos al superarlas.
Propongo que el/la que quiera, escriba en unas pocas líneas una de estas vivencias. Pequeñas historias cotidianas que nos convierten en lo que somos.
Aquí os dejo la mía:
Nervios. Me sudan las manos y no es algo que me pase con frecuencia. Se que me están hablando, pero la verdad es que no entiendo lo que me dicen. Tengo que concentrarme o la voy a cagar. Respirar profundamente. El miedo escénico es algo estúpido. Por muy mal que lo haga, nada va a cambiar, el mundo seguirá girando mañana. ¿Me acuerdo de todo? Si, tranquilo, relájate y disfruta. Busca el apoyo en los otros...., no, creo que ellos están igual o peor que yo. No tenía que haberme tomado todos esos patxaranes. Dios, que nudo en el estómago. Teníamos que haber dedicado más tiempo a la prueba de sonido. Última canción de los niñatos estos de pose punk. Entran a avisarnos. Nos han dicho que hay 500 personas en la sala. Salgo tras mis compañeros casi por inercia. Ya no hay vuelta atrás. Hay que salir, los focos casi no me dejan ver a nadie entre el público. Tranquilo. Respira. Siente la adrenalina que recorre todo tu cuerpo. Conecta la pedalera. Mira a tus compañeros. Están listos, pero cagados igual que tú. Controla el temblor de los dedos o fallarás el primer acorde. Acerca la boca al micrófono. Dios, cuanta gente. Vamos allá.