Son situaciones de mayor o menor importancia para los que nos rodean, pero desde luego, vitales para nosotros, por lo que significan en cuanto a nuestra superación personal, y por lo que crecemos al superarlas.
Propongo que el/la que quiera, escriba en unas pocas líneas una de estas vivencias. Pequeñas historias cotidianas que nos convierten en lo que somos.
Aquí os dejo la mía:
Nervios. Me sudan las manos y no es algo que me pase con frecuencia. Se que me están hablando, pero la verdad es que no entiendo lo que me dicen. Tengo que concentrarme o la voy a cagar. Respirar profundamente. El miedo escénico es algo estúpido. Por muy mal que lo haga, nada va a cambiar, el mundo seguirá girando mañana. ¿Me acuerdo de todo? Si, tranquilo, relájate y disfruta. Busca el apoyo en los otros...., no, creo que ellos están igual o peor que yo. No tenía que haberme tomado todos esos patxaranes. Dios, que nudo en el estómago. Teníamos que haber dedicado más tiempo a la prueba de sonido. Última canción de los niñatos estos de pose punk. Entran a avisarnos. Nos han dicho que hay 500 personas en la sala. Salgo tras mis compañeros casi por inercia. Ya no hay vuelta atrás. Hay que salir, los focos casi no me dejan ver a nadie entre el público. Tranquilo. Respira. Siente la adrenalina que recorre todo tu cuerpo. Conecta la pedalera. Mira a tus compañeros. Están listos, pero cagados igual que tú. Controla el temblor de los dedos o fallarás el primer acorde. Acerca la boca al micrófono. Dios, cuanta gente. Vamos allá.
4 comentarios:
El profesor,con su tono de voz habitualmente grave,pronunció mi nombre y el silencio se impuso en toda la clase.
Veintisiete pares de ojos, incluídos los del profesor, dirigieron sus pupilas hacia donde yo estaba, siguiéndome a medida que caminaba por el pasillo lateral del aula hacia la tarima.
Llevaba el cuaderno apretado en una mano, en mi mente apareció una ligera sensación de pánico acompañada a su vez por una penosa falta de aire.El impulso de escapar, de huir de aquella clase, empezó a madurar en mi mente al mismo tiempo que abría, con gesto fingídamente decidido, el cuaderno.
Eché una última mirada a todo y a la vez a nada antes de posar la vista sobre el papel y con voz inusualmente teatral, que ni yo misma reconocí, empecé la exposición de mi trabajo de treinta páginas.
Un afectuoso saludo a tod@s. :-)
Nunca habría podido imaginar estar hablando en ingles sobre los derechos humanos en Rusia en una aula magna, delante de alumnos de diferentes nacionalidades. Lo que me preocupaba no era el tema en cuestión, que tiene su miga, sino hablar en ese idioma. No sé de donde saqué fuerzas para no huir de clase y al final lo hice.
Recordaré simpre la cara de estupor de los alumnos nórdicos de la primera fila,que solo debieron entender el nombre del país al que hacía referencia.Hay veces que uno se sorprende de sí mismo.
Miedo escénico+Pacharán.
No me suena,..mmm...¿seguro que no era "¿dónde está el quinto traste?" o bien un "¿quién está desafinado?"? Quizá, tal vez, un "No me oigo y yo toco de oido". O un "¿por qué hay gente que aplaude así, y los de siempre están parados?". O un "Como vuelva a cantar como la Pantoja de Puerto Rico, le arranco el sombrero cubano a guantazos"...
Bueno ¿qué? ¿Cuando nos tomamos unos pacharanes?
PD: Pásame vuestros correos, que no los tengo.
Si,eso también. Hicimos algo grande alquel día. Buena batallita para contar a los nietos.
Estaría bien organizar una de las nuestras el próximo fin de semana.
Si es el sábado noche, me acompañais de empalme al colegio electoral, que soy sengundo suplente de vocal...eso si, como fallen los titulares, puede haber record mundial de impugnaciones en mi mesa.
Abrazos.
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