Cazando los segundos, uno por uno, hasta juntarlos en mi mano,
acaricio las horas para que se queden dormidas.
Alimentando los días para que regresen siempre hambrientos,
dibujo las semanas con un rotulador carioca de color rojo.
Doblando los meses para construir aviones de papel que vuelen sobre mi cabeza,
surco las estaciones en un barco de frio y calor, de flores y de hojas caídas.
Arropando los años con una manta tejida de sueños, alegrías y decepciones,
mezo las décadas entre brazos temblorosos que van perdiendo destreza.
Cantando a las vidas que fueron, son y serán,
siempre con una sonrisa congelada en los labios y en el tiempo.
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