jueves, 29 de mayo de 2008
martes, 27 de mayo de 2008
Ritmo de gentes
Haced como yo, imaginad que estáis sentados/as en un banco de vuestra ciudad (si es que queda alguno, porque son una especie a extinguir), y decidme que tipo de personas veis. Creemos un ritmo de gentes cada vez más grande entre todos/as.
viernes, 23 de mayo de 2008
Cuando te pitan los oídos
¿Podemos ser pragmáticos al cien por cien, e ignorar de una manera absoluta todo aquello que determinadas personas, a las cuales no apreciamos demasiado, puedan decir, opinar o pensar sobre nosotros?
No estoy realmente seguro, puesto que aunque nos afecten más profundamente las opiniones y las críticas de aquellos a los que queremos, en el fondo, todos tenemos un orgullo, un amor propio, un afán de gustar, de ser reconocidos y respetados.
El problema, es que a lo largo de nuestras vidas, inevitablemente, siempre vamos a encontrarnos personas dispuestas a desacreditarnos, a despellejarnos, a insultarnos a nuestras espaldas, en cuanto tienen la más mínima ocasión. Es una realidad, un hecho ineludible, y aunque intentemos ser buenos chicos, y causar el menor daño posible con nuestros actos y comportamientos, eso no nos eximirá jamás de caerle mal a determinada gente, de despertar el rencor, la envidia o la mofa en alguien de nuestro alrededor.
Ni siquiera entrañables personajes como Teresa de Calcuta se habrán librado jamás de esta situación, y seguro que había alguna monja de su congregación, que harta de que la jefa fuera tan protagonista, tan maravillosa, tan bondadosa, tan simpática, tan querida, iba diciendo por ahí que le cantaba el aliento, o que se hacía pis en la ducha la muy sucia.
En el fondo estas críticas sólo son molestas cuando uno se entera, puesto que si no lo sabes, da igual lo que puedan decir o pensar otros. Pero lo peor es cuando lo descubres, y eres consciente de que lo hacen a tus espaldas. Y es que de frente sienta mal, pero al menos tienes la oportunidad de defenderte, de pedir explicaciones, de contestar, de entenderlo y pedir disculpas, o de soltar un guantazo (así cubro el espectro completo de posibles opciones de afrontar una situación así), pero a traición, al amparo de la cobardía es un acto bastante ruin.
Llegados a este punto, creo que es bueno ponerse en el otro lado, y pensar si alguna vez hemos sido nosotros los que hemos despellejado a alguien a sus espaldas. Y la respuesta ineludible es si, porque somos humanos, y la crítica, el insulto, la mofa, están al orden del día en nuestros genes. No podemos evitarlo. Yo el primero. Así que como dicen en
Por eso, no nos queda otra que volver al pragmatismo, a la resignación, y a la aceptación consciente de que en cualquier sitio, a cualquier hora, cerca o lejos de nosotros, hay alguien que puede estar despellejándonos. Y es que no podemos ansiar lo que nosotros mismos no damos.
Así que si de vez en cuando os pitan los oídos, quedaros con el tono (suele ser en FA) y silbaros una dulce melodía.
martes, 20 de mayo de 2008
Aun no es domingo (2ª parte)
Desde que Jara estaba en el paro, Sedal hacía montones de horas extras para intentar compensar la economía familiar, esforzándose además, para no mostrarse demasiado cansado en casa, puesto que no quería que ella se sintiera más culpable y triste de lo que ya estaba, aunque la realidad era, que empezaba a acusar varios meses de echarse sobre sus espaldas turnos de más de sesenta horas semanales.
Por eso, cuando llegaba del trabajo, intentaba parecer alegre, y entregarse en cuerpo y alma a su amada Jara, siendo el mejor de los amantes posible, cariñoso, atento, comprensivo, aunque el estado de ánimo de ella supusiera una barrera muchas veces infranqueable, que le invitaba en todo momento a la discusión, al enfrentamiento, al silencio. Sedal se desvivía en el trabajo y también en casa, pero Jara sólo parecía ser feliz los domingos, cuando él no tenía trabajo, y podían estar juntos todo el día. Era ella misma en estado puro, alegre, cariñosa, loca y juguetona.
Esta situación le preocupaba, porque le dolía profundamente que el resto de la semana estuviera tan sola, tan deprimida, tan triste. Y se sentía frustrado al no poder hacer nada más que intentar apoyarla, estar a su lado y alentarla, y confiar en que el destino diera un golpe de timón y le proporcionara un trabajo, que era en esencia lo que necesitaba para mejorar su autoestima, y dejar de sentirse inútil y sola durante todo el día.
Mientras, él seguiría ahí, escuchándola, trabajando como un mulo para que no les faltara nada, para que los problemas económicos no se añadieran a la lista de peligros que les amenazaban, porque ella lo era todo para él, y si Jara sufría, una parte de él también lo hacía. Se habían jurado amor eterno, y eso es lo que el iba a seguir dándole, afrontando juntos cualquier situación, superando cualquier obstáculo.
En todas esas cosas iba pensando Sedal mientras conducía de noche, camino de vuelta a casa, cansado pero ansioso de encontrarse con su amada, que sin duda le estaría esperando con la cena caliente, y con ganas de hablar, tras otro día de soledad, para contarle las mismas cosas de siempre, que él escucharía sin pestañear, sin un solo gesto de desgana o de aburrimiento, porque era lo que ella necesitaba.
Pudo ser el cansancio, la desconcentración, la oscuridad, o la fina lluvia que salpicaba el parabrisas, pero Sedal no pudo hacer nada para evitar el brusco bandeo de un camión en la autopista, y que introduciéndose a gran velocidad en su carril, colisionó con la parte trasera de su pequeño Peugeot, sacándole de la carretera y lanzándole en un baile interminable de trompos consecutivos, frenados en un brutal golpe seco contra el quitamiedos.
Nada pudieron hacer los médicos del SAMUR, mientras Jara, en casa, miraba el reloj con ansiedad, pensando donde se podía haber metido su novio. Intentaba recordar la conversación en la que le había asegurado que hoy estaría a las diez en casa y no tenía ninguna duda. Se le estaba enfriando la cena, y había preparado una lasaña de carne, el plato preferido de Sedal, para celebrar que la habían llamado de una empresa por su última entrevista, y que se tenía que incorporar inmediatamente.
Epílogo:
Dicen que decenas de expertos doctores de todos los lugares del mundo, acuden al pabellón psiquiátrico del Hospital General Universitario Gregorio Marañon, para examinar a la paciente de la 206, Jara Guzmán, y analizar su extraño síndrome de catatónia progresiva. Hasta la fecha nadie ha sabido explicar como, ni porqué, todos los domingos sin excepción, desde hace dos años, la enferma despierta de su completo letargo semanal, y rompiendo su habitual y profundo aislamiento, habla, ríe, canta, besa, acaricia e interactúa con un personaje imaginario llamado Sedal.
lunes, 19 de mayo de 2008
Aun no es domingo
Cuando Jara se despertaba todos los días, Sedal ya no estaba, pero su molde, la marca del contorno de su cuerpo, y sobre todo su olor, sobrevivían aun en las sábanas y en el colchón. Por eso, aun medio dormida, se arrastraba por la cama hasta el lado de su chico, e imaginaba que él aun estaba allí, muy cerca, abrazándola y acariciando su cabello con sus fuertes y siempre templadas manos.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Estoy vivo
Este es el motivo por el que no estoy escribiendo mucho , y aunque estas dos últimas semanas hemos tenido mucho lio, tanto que ya no llevo la cuenta mental de los proyectos presentados en menos de un mes, confío en que será algo coyuntural, sólo una racha complicada.
No obstante, prometo intentar sacar algo más de tiempo para atender este cuaderno digital que tanto me aporta. Parece que me faltara algo cuando no escribo, como el que tiene a su mascota descuidada y se siente culpable.
miércoles, 7 de mayo de 2008
Mis hermanas Marta
Tengo una hermana que son muchas hermanas.
Está la que montaba conmigo anacrónicas batallas de clicks.
También la que es un modelo de coraje y fuerza para todos.
Otra que supera enfermedades que no se pueden superar.
Y no me puedo olvidar de la que destruye barreras infranqueables.
Y otra que gruñe cuando me tumbo en su cama y la deshago.
Me gusta mucho la que me abraza tan fuerte que me duele.
Y me encanta la que baila con ilusión.
No podría vivir sin la que hace de un desayuno un banquete corsario.
Tampoco sin la que repite sin tregua que a donde vamos.
Todas ellas tienen un hermoso nombre y son parte de mi mismo.
Todas nacieron un primero de Mayo, dicen que con el puño en alto.
Son un ejemplo de tesón en el trabajo más arduo.
Que no es otro, que el de luchar por la vida, y ganar la partida.
Feliz cumpleaños Marta.
Premio para Ols
Debía un premio a Ols, por ser la ganadora del Oráculo de los Dioses (II), así que aquí va: