lunes, 21 de abril de 2008

Cambiantes como un virus

Somos como un virus Ébola. Con cada paso vital que damos, con cada cambio, con cada aventura que afrontamos, mutamos un poco y nos convertimos en personas distintas. Quizás esas trasformaciones no son aparentes para los que nos conocen, puede que ni siquiera nosotros mismos nos demos cuenta.

Un cambio de casa, de lugar de residencia, de trabajo, de pareja, de amistades, o simplemente de look, suelen producir un efecto mariposa en nuestro interior, y ya no volvemos a ser exactamente los mismos que un instante antes.

Y no estoy hablando de los cambios que se producen en nosotros a cada segundo, al envejecer. Eso es solo una transformación de la materia. Me estoy refiriendo a una metamorfosis mucho más profunda, relacionada con nuestros anhelos y prioridades.

Os preguntareis a que viene todo esto. Y no lo se realmente, pero el caso es que tengo un nuevo trabajo, y parece que en apenas una semana, es como si algo en mi hubiera cambiado. Sigo siendo el mismo, pero el tener la mente fijada en una actividad tan concreta, como es ganar el pan de cada día, me ha hecho mutar rápidamente, aparcando muy rápido una parte de mi mente que me gustaba.

Esa misma parte que hace diez días reflexionaba sin parar sobre cosas triviales. Esa misma que ocupaba parte de su ocioso tiempo en imaginar banalidades absurdas. Esa que me impulsaba a hacer cosas probablemente inútiles o poco productivas. esa que se recreaba lánguida en autojustificar mi inactividad.

Confío en que ese yo no se haya muerto, y que estará ahí, escondido, esperando e intentando mantenerse ajeno a los cambios, soñando con un giro de timón del barco, que me guíe otra vez a la playa de la inactividad social personalmente activa.

Pero las cosas pasan, el tiempo y las circunstancias avanzan, y nada podemos hacer contra la ley de la vida. Vamos cogiendo trenes que no sabemos a donde nos llevan, mientras que el paisaje y los traqueteos nos trasforman en nuevas versiones de nosotros mismos.

Lo importante es recordar quienes fuimos, somos y seremos.

2 comentarios:

Oteaba Auer dijo...

Fantástico comentario. No, querido Zuma, mutarás todo lo que quieras; pero tu esencia no se esfuma y la prueba es ésto último que has escrito.
Anhelos y prioridades que, absolutamente, todo ser humano tiene en cada isntante o fase de su vida y así avanzamos...y hacemos camino al andar..y la huella que no volveremos a pisar...y todo eso como el agua del río y mil una referencias a ese estado de mutación permanente que no se refiere, concreamente, al estado biológico.
Esa faceta tuya no ha muerto ¡para nada!; pero si, por alguna circunstacia que no alcanzo a imaginar, sucediera, sé que serías la representación del mitológico AVE...
Un fuerte abrazo

Ana Rosalina López dijo...

Ese yo fantástico que creció aún más bajo la luz de los lunes al sol y que nos has regalado en Zumadicción eres tú. El resto te rodea y sólo con el silencio que permite tener tiempo de parar a pensar y reflexionar puedes oír su voz de nuevo.
Ahí sigue. ¡Cómo no! Ese duende nunca se pierde, aunque muchos lo busquen sin éxito alguno.

Pente.