domingo, 11 de octubre de 2009
Vacaciones
miércoles, 7 de octubre de 2009
Poema Japonés
池
や
か
わ
ず
飛
び
込
む
水
の
音
Furuike ya,
kawazu tobikomu,
mizu no oto
una rana que salta;
ruido del agua)
Matsuo Bashô
martes, 29 de septiembre de 2009
Basureros
domingo, 27 de septiembre de 2009
viernes, 18 de septiembre de 2009
Quince años, tres manzanas y una vida. (Extracto)
En la oscuridad de una habitación que no es la suya, una vez superado el estupor del momento, y recordando que se encuentra en una habitación de hotel, alarga el brazo por puro instinto hacia la derecha, intentando encontrar un interruptor, un cordón de enchufe, o algo que le ayude a orientarse y a disipar la fría y poco familiar negrura que le rodea.
Los espasmos y temblores que aun afectan a su coordinación hacen que derribe un objeto, que por el sonido que hace al chocar y hacerse añicos contra el suelo, parece ser un vaso de cristal.
- ¡Mierda!- exclama para sí mismo, recordando el rayado vaso del baño que una vez desprovisto de su plástico sanitario le sirvió para transportar medio litro de Johnny Walker de la botella a su garganta, y que en medio de la borrachera debió de posar en la mesita de noche.
Tanteando con más cuidado a su alrededor, consigue rozar lo que parece ser una cadenita que cuelga de la lámpara, y tirando suavemente de ella, una difusa luz anaranjada se enciende frente a su cara.
Está completamente desnudo, con un amasijo de sábanas y colcha revueltas adheridas a su piel por el efecto del sudor. De hecho, la mitad de su cuerpo reposa directamente sobre el colchón, sin sábana bajera que lo cubra, efecto que le hace pegar un respingo de repulsión y retirarse al instante, puesto que es una sensación que siempre le ha resultado sumamente desagradable, sobre todo en camas ajenas.
Le duele la cabeza, y aunque a duras penas consigue reprimir la tiritona que le ha causado la terrible pesadilla, al menos ya no tiene ataques de angustia, puesto que su cuerpo parece haberse acostumbrado a ellas. No obstante siempre suele despertarse un poco sonado, como un boxeador tras haber recibido un fuerte directo a la sien, y ahora la resaca no le ayuda a mejorar esta situación, por lo que se incorpora muy despacio, sentándose en el borde de la cama, en mitad de una extraña y cutre habitación de pensión barata.
Se pregunta donde habrá dejado sus pastillas. Despacio, tambaleante, sorteando la parte que debe de estar llena de cristales rotos, se acerca a la puerta del baño, que cruje al abrirse. El suelo está frio bajo sus pies descalzos. Se aproxima al váter y levantando la tapa, una cívica costumbre que aprendió durante los años de facultad en los que convivió con chicas en un piso compartido, sujeta su pene con una mano, y se concentra en descargar una larga, cálida y reconfortante meada en el inodoro, preguntándose donde estarán sus pastillas para el dolor de cabeza. Tras tirar de la cadena, se acerca al armario de lámina corredera, donde debió arrojar ayer su bolsa nada más inscribirse en recepción y subir a su habitación. Abriendo la cremallera e introduciendo dentro medio brazo, Ramón María tantea el interior de su bolsa, y buscando su pastillero, aparta instintivamente la ropa arrugada y otros objetos de forma apresurada. De repente, sus dedos tocan un pesado y frio objeto metálico.
Su mero contacto le produce un sentimiento reconfortante, que le invita a recorrer con sus manos toda la superficie dejándose llevar por la grata sensación del acero.
lunes, 14 de septiembre de 2009
El regreso
jueves, 2 de julio de 2009
martes, 14 de abril de 2009
domingo, 15 de marzo de 2009
Cuatro bodas y un funeral
Ayer comenzó el carrusel de bodas que colorean mi agenda anual en los próximos meses. Van a ser cuatro en total, todas de mis amigos de la infancia, que en un alarde de oportunismo, han decidido pasar por la vicaría uno detrás de otro en apenas 6 meses.
El caso es que por un lado, cada una de estas celebraciones con sus respectivas despedidas, suponen atizarle a nuestros ya no tan jóvenes cuerpos una dosis de fiesta de las de órdago (la que nos corrimos ayer fue muy épica), y por otro, un importante gasto adicional a nuestras ya de por si exprimidas economías. El otro día casi abro una cuenta-bodorrios en paralelo a la cuenta-vivienda, porque ante tanta necesidad de liquidez hay que organizarse.
La verdad es que en general son actos divertidos, no exentos de una particular parafernalia y protocolo, que nos gusten más o menos, nos están sirviendo a todos para volver a estrechar lazos y escribir nuevas aventuras que renueven nuestro anecdotario particular.
Lo que me preocupa es que no sé si voy a sobrevivir a tanta celebración, y como el título de la conocida película de Mike Newell protagonizada por el tontaina de Hugh Grant y la reina de las cremas faciales Andie Macdowell, creo que además de las cuatro bodas, puede que tengamos que lamentar algún funeral, puesto que en general, conformamos un grupo bastante “peterpanesco” que no sabe celebrar nada que vaya unido a la palabra moderación.
Está claro que en este post los que hablan por mí son la resaca y el mal cuerpo, pero es cierto que ya han quedado muy lejos aquellos tiempos en los que tras una noche “loca” como la de ayer, me levantaba a las diez de la mañana y me iba a jugar al baloncesto. Hoy me he despertado roto, y apenas podía ir a por el pan y el periódico. Cosas de la edad, que es traicionera y no perdona.
A pesar del duro domingo post-celebración, he de reconocer que la boda de Luís e Ido fue realmente divertida, y aprovecho esta entrada para felicitarles una vez más y desearles un maravilloso futuro juntos.
lunes, 16 de febrero de 2009
¿Es verdad?
Ocho hombres salieron de aquel avión una tarde de agosto. Iban encadenados por los pies, con gruesos grilletes alrededor de sus tobillos, y calurosas capuchas de fieltro empapadas de sudor cubriendo sus cabezas. En fila, escoltados por uniformados hombres armados hasta los dientes, recorrieron, paso a paso, la distancia que separaba la escalera del aeroplano hasta una furgoneta blindada aparcada bajo el ardiente sol.
No veían nada, apenas entendían las voces de sus captores, simplemente se mantenían en pie y caminaban sin rechistar bajo un mar de gritos, empujones y pescozones que les marcaban el camino.
Ni una sola queja, ni una protesta, sólo quizás un leve jadeo que salía de sus gargantas resecas, de sus labios cortados, indicando a través de sus capuchas el esfuerzo al que estaban siendo sometidos, privados hacía ya muchas horas de alimento, de luz y de orientación.
Sabían que era de día, puesto que la luz atravesaba débilmente la tela que cubría sus ojos, y el calor del sol y una fuerte humedad les hacían sudar abundantemente, empapando aun más aquellas malditas ropas que no eran suyas, unos simples y baratos uniformes de preso que picaban y hedían tras el largo y doloroso vuelo al que habían sido sometidos.
Uno de los presos había conseguido mantenerse alerta y despierto, calculando no menos de ocho horas de viaje. Sentados en el suelo, maniatados y privados de movimiento, les habían dejado levantarse una sola vez para ir al baño y no hacerse encima sus necesidades. Les dolían las articulaciones y la espalda, y tenían un hambre de mil demonios.
Y sin embargo, todas esas privaciones, la tortura a la que habían sido sometidos, el calor y la injusticia de verse repentinamente secuestrados de sus casas y separados de sus familias, no eran nada comparados con todo lo que les esperaba a partir de ese momento. Ninguno de los ocho podía imaginar en ese preciso instante, los duros meses de incomunicación, de martirio y de torturas a los que iban a ser sometidos.
Tampoco podían comprender la injusta paradoja de estar pisando uno de los lugares más bellos de la tierra, y al mismo tiempo, que ese caminar les dirigiera irremediablemente hacia las puertas del infierno.
¿Es verdad? Por Osama Abu Kabir.
"¿Es cierto que tras la lluvia crece la hierba?
¿Es cierto que las flores saldrán en primavera?
¿Es cierto que las aves migrarán a casa?
¿Es cierto que el salmón contra corriente nada?
Es cierto. Claro que es cierto. Todos son milagros.
Pero ¿es cierto que un día saldremos de Guantánamo?
¿Es cierto que un día volveremos a nuestro hogar?
Yo viajo en sueños, sueño con regresar.
Y estar con mis hijos, que son parte de mí;
y estar con mi esposa y con los que perdí;
y estar con mis padres, el corazón más tierno de la tierra.
Sueño con volver a casa, salir de esta oscura celda.
¿Me oye, juez? ¿Me oye acaso?
Somos inocentes, no hemos cometido pecado.
¡Libéreme, libérenos si aún queda
justicia y compasión en esta tierra!"
lunes, 9 de febrero de 2009
miércoles, 28 de enero de 2009
Tic-Tac, Tic-Tac....
Segundos, minutos, horas, que encadenan días y noches, semanas y meses, años, lustros y décadas, cuartos que se convierten en siglos completos. Tiempo. No somos nada excepto tiempo que pasa, desde que nuestra madre nos alumbra, hasta que todo se agota, de manera fortuita o más o menos natural.
No exáctamente tiempo que pasa, sino más bien tiempo que gastamos, de la mejor o peor manera posible. Sin hacer ruido, o provocando estruendosas estampidas que dejan un pequeño eco tras nuestra ausencia, una estela de ritmo etérea y decreciente, que al final, salvo algunos casos de elevada celebridad, también desaparece.
Algunos lo gastan como quien reparte chicles entre sus compañeros de trabajo, otros en cambio lo guardan con celo en cajas de caudales de siete llaves. No me atrevería a decir quien hace mejor. Cada uno elije su fórmula. Todas son válidas, o más bien, todas concurren.
Hay quien desea dedicar su tiempo a los demás, y quien por el contrario, arrebatado por un sentimiento hedonista, parece que solo se preocupa de sí mismo, e incluso los hay que hacen las dos cosas a la vez. No voy a juzgar ni la una ni la otra, ni a vaticinar cual es el ejemplo a seguir, porque el tiempo es caprichoso, y trae consigo alforjas llenas de variables, injusticias, obligaciones y caminos sin salida.
Y es que nadie puede controlar plenamente como usar la parte de tiempo que le toca. Influyen en tan importante decisión la mala y la buena suerte, las necesidades vitales, los instintos, las capacidades, las desigualdades, el color de la piel, el sexo, la discapacidad, la enfermedad, el miedo, la educación, el sistema de valores, la ética, la moral, el amor. Un sinfín de giros, obstáculos, ayudas, señalizaciones, que nos marcan poco a poco como gastar o malgastar tan exiguo y circunscrito bien.
Lo único que es absolutamente cierto es simplemente eso, que es limitado. Hay a quien se le agota antes de nacer, otros en cambio alcanzan los cien años o más, pero a todos en definitiva se nos termina, cosa injusta si tenemos en cuenta que podemos hacer muy poco para administrarlo, al menos de la forma que realmente queremos (o que creemos que queremos). Somos como patrones sin experiencia de un barco en medio de la tormenta, que intuyen el camino, se guían por alguna estrella, y dan más o menos hábiles golpes de timón para enderezar la quilla, pero es el embravecido mar de la existencia quien decide por donde va nuestra nave.
No hay que desesperarse, ni tampoco dejar nuestros endebles cascarones a la merced de las olas. Simplemente debemos asumir la derrota anticipadamente, entendiendo que no somos plenamente dueños de nuestras vidas, de nuestro tiempo. Tratar de avanzar con cierto rumbo en las jornadas de calma, viento en popa a toda vela, preparándonos para luchar, al menos un poco, contra las galernas que sin duda aparecerán para volver locas nuestras brújulas. Porque siempre aparecen.
Supongo que esa es la esencia de la vida al fin y al cabo. Navegar intentando mantenernos a flote de la mejor manera posible, hasta que caiga el último grano de arena.
miércoles, 21 de enero de 2009
domingo, 18 de enero de 2009
Noche de Lluvia
en mis noches de lluvia?
¿Por qué cuando en los árboles sopla
el viento del invierno me causan dolor fantasmas
por mí amados, más allá de la tierra excavada?
¿Por qué sus almas en el viento buscan las casas?
Es resucitado un mundo
al que cubre la tarde y fluye un recuerdo
fluye un recuerdo
fluye un recuerdo
Mis amados bajo el viento y la lluvia.
Mientras escucho sus pasos en el pasillo
y atraviesan sus risas el vestíbulo de sombras
hacia mí, se reaviva en mis ojos su imagen.
Beso esa frente y acaricio aquel pelo
palpo la manga de una camisa caliente
huelo el nudo de una corbata
y percibo sus miradas brillantes de deseo
profundas tras el horizonte
y oigo esos corazones ávidos
latiendo en la espera.
¿Con qué escribieron un mañana que no vendrá?
¡oh, muerte cruel; objeto de perdición!
¿Con qué lo escribieron, patrimonio del destino?
Los árboles agitan
el viento del invierno y cae la lluvia
y cae la lluvia
y cae la lluvia.
Fadwa Tuqan
¡¡¡Viva la Lucha del Pueblo Palestino!!!
miércoles, 14 de enero de 2009
Exotismo Histórico
Llevo apenas dos días trabajando en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, y aun no puedo sacar muchas conclusiones, pero estoy alucinando con un tipo de ecosistema laboral completamente desconocido para mi.
Me encuentro rodeado de consultores y consultoras mejor vestidos/as que los propios funcionarios a los que sirven, entendiendo como “bien vestido”, a ir a trabajar como irías a una boda de postín, es decir, incómodo y por lo menos yo, sintiéndote ridículo.
El edificio es espectacular, y como pertenece al Ministerio de Industria, todo es muy moderno, muy tecnológico. Consolas digitales donde marcas el piso al que quieres ir y te dicen que ascensor debes coger sin pulsar botón alguno, luces en baños que se encienden y se apagan automáticamente cuando entras y sales, y calor, mucho calor, que no se casa para nada con el frio ambiente humano de la oficina.
Mis compañeros de equipo son majos, por ahora no puedo añadir mucho más.
No todo es malo, y seguramente con el tiempo me convertiré en el rey del mambo, y hasta estaré a gusto, pero por el momento el tema ambiente de trabajo decepciona un poco. Por lo demás, pues que ya os iré contando mis aventuras de consultor trajeado, que seguro me dan tema creativo para unas cuantas entradas.
Por cierto…. ¿seguirán vendiendo corbatas de esas que tenían una gomita y un ganchito? Ya no necesito del PDF de instrucciones que me descargué para cuando de pascuas a ramos, tenía que usar esa herramienta de tortura masculina, pero aun así, me sigue pareciendo un auténtico coñazo tener que hacerlo todas las mañanas.
Un abrazo grande.